
YOROKOBU Nº 128, páginas 57 y 59
«Cuando Ricardo Bofill visitó por primera vez la cementera de San Just Desvern, se encontró con unos silos inmensos, una chimenea altísima, cuatro kilómetros de túneles y unos cuartos de máquinas en buen estado. La fábrica se había construido en diferentes etapas del siglo XX y lo que allí descubrieron fue un collage plagado de tendencias estéticas de la época. El surrealismo estaba presente en escaleras que no llevaban a ninguna parte o en ciertos espacios potentes pero inútiles.»

Portadas YOROKOBU 128 – IGLUU 2